Lic. en Comercio Exterior. Con 50 años, casi la mitad de su vida ha sido docente del Instituto. Hoy en día es el Rector.
Redacción Pensamiento ISTEEC Pensamiento ISTEEC #1 Publicado el 1/4/2022 - Año 1 - Abril de 2022
Asumió el máximo cargo directivo de la Institución luego de la jubilación de Carlos Guajardo, en junio de 2021.
Muy dispuesto, se sometió a la preguntas de esta revista.
—¿Por qué eligió estudiar comercio internacional?
Porque siempre me apasionó el mundo. Me encanta la historia, de hecho, mis libros de lectura de distención son de historia y está íntimamente vinculada con el comercio internacional. La evolución del hombre se dio por el comercio.
—¿Cuánto hace que trabaja en el ISTEEC?
Desde 1998, ya van 24 años de eso.
—¿En qué carreras se desempeña?
Siempre en Comercio Internacional, salvo en estos últimos años que se abrió Logística. Una carrera que quise desarrollar en el Instituto por su utilidad en el mundo actual.
—¿Por qué eligió ser docente?
Desde que iba a la universidad fui adjunto de cátedra. Me postulaba cuando los profesores necesitaban ayuda, y lo hago porque creo que es mi aporte al mundo. Cada persona, al transitar la vida, debería pensar en dejar algún legado. La docencia es el mío.
—¿Ese debería ser el fin último de la tarea docente, dejar un legado?
Sí, los docentes marcan a las personas. Un buen docente te puede cambiar la vida, como me pasó a mí.
En la universidad tuve dos o tres docentes que me marcaron como persona y como profesional. El docente ante todo es una persona y lo que tiene que generar en sus alumnos es una guía, una luz. Y eso no siempre está vinculado con los contenidos o con la parte curricular, sino con la vida misma, con los valores. Aspectos que son bien humanos.
En ese sentido creo que el docente, ante todo, se caracteriza no sólo por transmitir los conocimientos sino también por transmitir valores, que los alumnos vayan capitalizando para el resto de su vida.
La educación encierra todo eso. La sociedad, sin educación nunca hubiera evolucionado. Desde que los hombres empezaron a vivir en comunidad, aquellos que tenían más experiencia se la transmitían a los más jóvenes. Eso se fue capitalizando a través de los siglos y hoy la humanidad está donde está por esos conocimientos acumulados.
—¿Cómo encontró el Instituto al momento de asumir como Rector?
Creo que el Instituto tuvo liderazgos que -generalmente- no estaban a la altura de la época en que vivíamos. Fueron personas formadas en un mundo distinto y así condujeron los destinos del Instituto, en un formato anacrónico.
Creo que mi generación tiene una visión absolutamente distinta del mundo. No es una visión verticalista o un sistema de obediencia ciega, sino que aspiramos a generar resultados a través del trabajo en equipo. Con Jime y Ale compartimos esa visión.
—¿Cuáles son los ejes sobre los que se centra su gestión?
El gran desafío es modernizar el Instituto. Modernizar procesos y repensar todas las áreas en forma global y sistémica. El cambio debe iniciar desde lo estructural, para después poder avanzar en lo académico.
Hoy el cambio más importante tiene que ver con nuestra organización. Tenemos procesos muy arraigados y lo que tenemos que lograr es avanzar en tener un sistema acorde a las necesidades actuales.
—¿Qué acciones positivas se están llevando a cabo para concretarlo?
Por lo pronto, estamos saliendo de una pandemia. Somos un equipo muy joven que prácticamente está estrenando la gestión. Recién el año pasado se resolvió su integración formal. El trabajo ha empezado básicamente este año.
Hoy lo que estamos haciendo es construir ese esqueleto sobre el cual se va a basar la gestión. También tenemos pocas certezas, porque nuestro mandato vence el año próximo. La comunidad educativa en su conjunto decidirá si nosotros debemos continuar.
Nosotros tenemos un proyecto a mediano y largo plazo, más allá de los asuntos urgentes que apremian. La intención es llevar al Instituto a un modelo de gestión educativa mucho más moderno que el que tenemos hoy. Pero eso no se logra en un día o dos. Requiere un cambio cultural que no es de un momento a otro, lleva tiempo.
—¿Qué necesidades del Instituto son urgentes y cuáles importantes?
Lo más urgente que tenemos hoy, es recuperar a los chicos que cursaron estos dos últimos años en pandemia. El fin último del Instituto son sus alumnos. La estructura, la parte organizacional queda al margen cuando la urgencia tiene que ver con ellos. Tenemos que acercar a aquellos que -por los motivos que sea- no han podido continuar con sus estudios.
Hoy, la función que cumple el Instituto es indispensable. No hay ninguna posibilidad de que un joven pueda desenvolverse en el mundo actual sin formarse, sin capacitarse.
Nosotros somos un Instituto público y eso nos plantea un desafío aún mayor, porque tenemos la posibilidad de dar oportunidades al que menos tiene.
—¿Qué ventajas reconoce en el ISTEEC sobre otras ofertas educativas de la Provincia?
Tenemos una enorme ventaja: nuestras tecnicaturas son casi exclusivas. Somos el único Instituto de la zona centro-norte que tiene Comercio Exterior, Logística, Administración de Empresas gratuitas. Nuestras carreras son de absoluta vigencia, no han perecido en la evolución tecnológica porque se han actualizado y están presentes en todas las organizaciones.
Otra ventaja constituye la zona geográfica que abarcamos, que es muy amplia.
—¿Cree que la pandemia de covid-19 dejó algo positivo?
Sí, porque aceleró un proceso que se estaba dando en el mundo. A veces cuestiones estructurales o económicas no nos permitían desarrollar, por ejemplo, la virtualidad y creo que la pandemia aceleró la adopción de una herramienta que es indispensable. Las comunicaciones a través de las plataformas virtuales son el futuro -y el presente-.
Ubicuidad es un término que hay que memorizar porque ha llegado para quedarse. Lo acuñó el filósofo de la educación estadounidense Nicholas Burbules y representa la posibilidad que da la tecnología de aprender en el momento que vos quieras, en cualquier lugar. En una de sus conferencias dio un ejemplo que lo ilustra muy bien: Si vos estás en una reunión de trabajo y una persona hace referencia, por ejemplo, a un autor que no conocés, hoy podés agarrar el celular y googlearlo para inmediatamente saber quién es. El docente ya no es la fuente de conocimiento exclusiva, sino que sólo es un conductor de él.
Si no podemos aprehender esto, significa que estamos negando una realidad que llegó para quedarse.
—¿Cómo le gustaría que fuera recordada su gestión?
Si el día que me vaya alguien no hace al menos una fiesta de despedid, me iría con una tristeza enorme. (Risas).
Me gusta generar cambios, cosas nuevas. Me gustaría que cuando me fuese, hubiera un montón de cosas nuevas.
—¿Cómo se imagina al ISTEEC dentro de 10 años?
Si pudieran continuarse los grandes ejes que hemos propuesto, me lo imagino absolutamente diferente. Un ISTEEC moderno y organizado que cumple la misión de formar buenos profesionales y -sobre todo- buenas personas.
Por eso son fundamentales los equipos, porque los proyectos de mediano y largo plazo tienen que tener políticas que surjan de los acuerdos. Deseo profundamente que la comunidad educativa del ISTEEC nos conceda el tiempo para llevarlos a cabo. Tenemos todas las condiciones para ser el mejor Instituto de la provincia, pero muchas de ellas están desaprovechadas.
—¿Le gustaría agregar algo que no le haya preguntado?
Me gustaría mencionar un aspecto que creo se ha descuidado mucho en el Instituto y tiene que ver con lo humano, con las relaciones interpersonales y con el ambiente de trabajo. Este equipo quiere crear para el futuro un excelente ambiente de trabajo.
Si un profesor está contento va a rendir diez veces más que si no lo está. La base de mi tesis de maestría tiene que ver con la motivación. Eso es el centro. Si a vos te motivan desde chico, muy probablemente vayas a tener éxito en lo que emprendas. Si todo el tiempo te están recriminando y tratándote de poco apto, poco útil, seguramente que no vas a rendir como podrías.
Tenemos que ser el motor de la motivación. Para que los liderazgos sean exitosos tienen que ser colaborativos y -sobre todo- motivadores. Deben seguirte porque das primero el ejemplo. No podría exigirle a alguien que tiene que venir, cuando yo no vengo. Si exijo que alguien haga algo, primero lo hago yo.
Este equipo directivo hace las cosas así, compartimos estos principios y por eso nos elegimos. Nosotros tres nos elegimos y no podría ser de otra forma, porque los equipos no se imponen.