Dante, EL AMOR

Por Irma Pivetta

Pensamiento ISTEEC #2
Publicado el 6/5/2022 - Año 1 - Mayo de 2022

La poesía de Dante Alighieri es universal porque habla a los hombres de todos los tiempos, representando sus sentimientos más profundos: el amor, el odio, la muerte, la avaricia, la codicia, la ira, entre muchos otros.

La Divina Comedia, escrita en el año 1300, es un clásico universal que además dio origen al idioma italiano. Dante despliega argumentos filosóficos, científicos y teológicos utilizando el vulgar florentino. Pero también lo enriquece con otros vulgares de dialectos italianos, con palabras derivadas del latín y francés. Forja así, el instrumento basal de la cultura italiana.

Se trata de un poema alegórico didascálico, es decir, destinado a enseñar verdades morales a través de la representación de significados simbólicos.

La obra habla de un viaje imaginario en el más allá: Infierno, Purgatorio y Paraíso. Es el mismo Dante quien transita este camino espiritual de penitencia y purificación que lo llevará desde la meditación sobre el pecado hasta la contemplación de Dios.

EL AMOR EN LA DIVINA COMEDIA
El episodio que les traigo es uno de los más notables de la Divina Comedia. En el segundo círculo del Infierno (canto V), se encuentran los condenados por lujuria, aquellos que pecaron influenciados por el deseo y arrastrados por una fuerte pasión. Ellos son expuestos eternamente a un fuerte viento.

Francesca da Rimini obligada a casarse con Gianciotto Malatesta, cae prendada de amor por Paolo -su cuñado-. Ambos leen el pasaje del beso entre Lancelot y Ginebra. La pasión lleva a Paolo a hacer lo propio con Francesca.

Cuando Gianciotto sorprendió a los amantes, los apuñaló hasta la muerte. Francesca y Paolo fueron condenados al infierno por su pecado, y castigados por torbellinos de vientos que no les permiten ni un momento de reposo. Ellos, para no alejarse el uno del otro, se tienen entre sí. La obra de Ary Scheffer ilustra este pasaje.

Dante, a pesar de colocarlos en el Infierno, nos hace revivir su historia con dulzura y humanidad, dándole preponderancia al amor. Francesca y Paolo vivirán por siempre, no como pecadores, sino como nobles criaturas amantes.

Virgilio, quién acompaña al protagonista en el viaje, le aconseja llamarlos en nombre del amor que los une.

Al estar en el Infierno, no habría amor verdadero. Sin embargo, las palabras de Dante involucran ternura y compasión. La respuesta de Francesca está llena de conmiseración y agradecimiento hacia el hombre que logrará lo impensable: que el aire se detenga al menos por unos instantes.
Como seres sensibles que somos, podemos comprender la magnitud de este hecho: un minuto de paz en medio de una eternidad de sufrimiento. Sus palabras se oyen en el interminable espacio del Infierno como un desesperado intento por cambiar aquello que no tiene solución.

Este encuentro llena el corazón del poeta de terrible sufrimiento. Francesca culpa al Amor de sus desgracias y se disculpa

«Amor, che al cor gentil rapto sa’, apprende
prese costui della bella persona
che mi fu tolta, e il modo ancor m’ offende»

«Amor, que en nobles corazones prende,
a éste obligó a que amase a la persona
que perdí de manera que aún me ofende»


Paolo es el seductor que se acerca a la joven para convencerla de que la pasión que ya los une no los puede separar nunca. El Amor está personificado como una fuerza fatal de la cual es imposible deshacerse. Ese Amor llevó a Paolo a los brazos de Francesca y, a pesar de que la situación social y familiar se los impedía, ellos lo pasan por alto y permiten que la lujuria prevalezca sobre la razón.

«Amor, che a nullo amato amar perdona,
mi prese del costui piacer sì forte
che, come vedi, ancor non m’ abbandona»

«Amor que a nadie amado amar perdona
por él infundió en mí placer tan fuerte
que, como ves, ya nunca me abandona»

EL FATALISMO DEL AMOR
En el enamoramiento cortesano (poesía de la época) una de las reglas explícitas señalaba que nadie puede dar la espalda a quien le expresa su pasión. Dante profesaba la noción de las llamadas «almas gemelas». Entendía que cada uno de los seres humanos han nacido predestinados a otro, que es su imprescindible complemento. La gran tarea consiste en encontrarlo antes que otros proyectos se interpongan.

Francesca no había nacido para Gianciotto, sino para Paolo. Cuando descubre que es así, no tiene otra opción -el fatal destino no se lo permite- que entregarse a quien había llegado inesperadamente a su existencia, con el cálido mensaje de pasión y deseo.

Dante al escuchar este triste relato caerá desmayado de tanto dolor, finalizando el canto.•