Carrera de caballos

Por Carlos Poppi

Pensamiento ISTEEC #7
Publicado el 3/10/2022 - Año 1 - Octubre de 2022

Por los años ‘90 yo era socio del Jockey Club de Mendoza, no por la parte hípica, -que nunca me interesó- sino por sus otras actividades deportivas o sociales.
En esa época se puso de moda un deporte que no conocíamos en Mendoza, el paddle. Se empezaron a construir canchas en varios lugares privados y también en los clubes.
El Jockey no fue ajeno a eso y construyó dos en un terreno que daba a la calle Montes de Oca. Las canchas quedaban muy cerca de la reja que separaba el predio del club de la vereda y la calle.
Un domingo, yo estaba jugando al paddle con mi hijo. Por la vereda pasaban muchas personas que iban al hipódromo, había carrera de caballos. En un momento, dos de esas personas se pararon a mirar cómo jugábamos. Una le dijo a la otra «¡Qué manera de perder el tiempo!» y siguieron caminando hacia el hipódromo.
Yo me pregunté: ¿Y estos dos, a dónde van a perder el tiempo? Nunca había visto una carrera de caballos. Me picó la curiosidad, decidí dejar de perder el tiempo con el paddle y enfilé hacia el hipódromo.
Era un espectáculo desconocido para mí. Gente mirando las pizarras con el detalle de las distintas carreras, con el nombre de los caballos, el jockey, el cuidador, etc. Gente en las ventanillas haciendo apuestas, un señor subido a una tarima rematando los últimos boletos de la próxima carrera.
En un costado, un círculo de unos treinta metros de diámetro -llamado la redonda- comenzó a llenarse de gente a su alrededor. No sabía qué pasaba y me quedé expectante.
No tuve que esperar mucho, lentamente fueron llegando los caballos preparados para la carrera. Montados por sus jockeys, comenzaron a dar varias vueltas por la redonda. Me explicaron que el objetivo de esa ceremonia era que los interesados en apostar vieran a los caballos de cerca y así definieran sus preferencias en las apuestas.
Terminado este acto, los caballos enfilaron hacia la pista de carrera. Pensé ¡Bueno, ahora empieza el espectáculo! y me ubiqué en un sector de las tribunas.
Estaba equivocado, el espectáculo no empezaría todavía. Los caballos se ubicaron detrás de las gateras y sus jockeys los hicieron caminar de un lado para otro.
Delante de las gateras un señor con un radio transmisor en la mano (recién empezaban a popularizarse los celulares y todavía no habían llegado al hipódromo), charlaba tranquilamente con otra persona. Empecé a impacientarme, ¿Por qué no se largaba la carrera?
Después me enteré que ese tiempo de espera era para que la gente hiciera sus últimas apuestas luego de ver a los caballos en la redonda. Además, quienes administraban las apuestas, debían calcular cuántas tenía cada caballo para luego determinar cuánto se pagaría a cada boleto ganador.
Por fin, el señor que estaba delante de las gateras, el largador, recibió la orden por su radio transmisor y ordenó que los caballos se ubicaran en las gateras. Algunos obedecieron, otros, se resistieron, obligando a los jockeys a utilizar todas sus destrezas para hacerlo.
Yo estaba acostumbrado a ver partidos de fútbol -que duran 90 minutos-; partidos de vóley que, como mínimo, duran una hora; una carrera de fórmula 1, aproximadamente dos horas, pero no sabía y no podía imaginar cuánto duraría una carrera de caballos.
Estaba ansioso por ver ese espectáculo por primera vez. Por fin, el largador se ubicó, alertó a los jockeys y abrió las gateras.
Los caballos salieron a toda velocidad, castigados por las fustas que quienes los montaban. Se fueron alejando por la pista ovalada, tomaron la recta opuesta a las tribunas, rápidamente la superaron, luego el otro extremo del óvalo y enfilan hacia la recta final. Gran expectativa y griterío en la tribuna, los caballos se acercaban, cada vez más castigados, para cruzar el disco. Fin de la carrera.
¡Dos minutos de carrera desde la largada! ¡Tanto tiempo de preparación para dos minutos!
Bueno, cada uno pierde el tiempo como quiere. Como no había apostado a ningún caballo, no me interesó quien había ganado, me retiré pensando carrera de caballos… Nada más parecido a una relación sexual con una eyaculación precoz.•